martes, 28 de marzo de 2017

TEORÍA DE LA ACCIÓN SOCIAL: FRAME ANALISIS, ACCIÓN SOCIAL Y LENGUAJE COTIDIANO, Y EL ACTOR:LA FISIONOMÍA DEL ENLACE

La teoría de la acción social en Erving Goffman: Parte 2

Descodificación de la vida cotidiana: Frame analysis
En su intento de afrontar de forma sistemática tanto el problema de la «realidad social», como nuestra experiencia acerca de la realidad, Goffman retoma el concepto de Bateson: “Frame Analysis”, el cual emerge como una reelaboración madura de “La presentación del self”, en donde se presenta el proyecto de construir una nueva perspectiva sociológica con la cual estudiar la vida social. Goffman toma en cuenta un análisis sistemático de las «definiciones de la situación» que enmarcan tales acciones y relaciones, confiriendo su «significado» social.
Para Goffman es la «situación» la que confiere sentido a la acción, situación a la que asigna una mayor centralidad que Parsons y que analiza de forma más refinada y articulada. Una efectiva comprensión de la acción social no puede basarse simplemente en el análisis de normas que, por lo general, guían a la acción en diferentes contextos sociales y simbólicos. Más bien se hace necesario elaborar una teoría sistemática de la relación entre la acción y la situación en la que recaba su significado ésta última. En Frame Analysis Goffman se compromete en este objetivo, aunque no parece conseguirlo del todo.
Goffman analiza la situación del juego como ejemplo de todos los sistemas de actividades. Todas las situaciones sociales se presentan regidas por reglas de relevancia/irrelevancia y por reglas de transformación. Las reglas de relevancia/irrelevancia contemplan la realidad de un sistema situado de actividad. Para ello establecen, por una parte, los atributos y caracteres que definen de forma esencial aquella particular situación y, por otra, qué aspectos son contingentes. Pretende afirmar que las concretas situaciones de interacción gozan de una relativa autonomía respecto a otras situaciones o esferas de actividad, que deriva del particular frame en el que se enmarcan las relaciones.
Parte de que la configuración esencial de toda cultura, cosmología o sistema de creencias (framework o frameworks) Goffman afirma que está constituida por una serie definida de modelos y esquemas interpretativos fundamentales que los individuos asumen como la base relativamente estable de su representación de la realidad. Los frameworks analizan concretamente las imágenes del mundo, las ideas relativas a la naturaleza y a las facultades humanas, las concepciones del cuerpo, el concepto de causalidad y la relación entre acontecimientos, etc.
Sobre la base relativamente estable y dada por descontada del «enmarque» primario de la realidad, los individuos posteriormente construyen los niveles de significación uno sobre otro, de modo progresivo añadiendo complejidad y artificialidad. A estos niveles los clasifica como: transformación en clave y manipulación. Mientras que en las acciones de “clave” todos los actores interpretan la situación del mismo modo, en las manipulaciones, algunos actores crean “falsos marcos” para engañar a los otros sobre lo que realmente está sucediendo. Sin embargo, la más importante distinción entre ambos conceptos se refiere a las diferentes finalidades de las manipulaciones.
En conclusión, Goffman considera algunos frames más fundamentales que otros y a ellos confiamos nuestro sentido de la realidad. Las transformaciones en clave siempre conservan una relación con la realidad primaria.
Acción social y lenguaje cotidiano
La idea fundamental de Goffman es que toda práctica discursiva siempre está «enmarcada» en un contexto interactivo. Los actos lingüísticos sólo pueden comprenderse si son considerados como «flujos» sociales.
La definición de los actos comunicativos como «flujos» sociales tiene una segunda consecuencia: la conversación —como cualquier otro tipo de discurso— siempre es, en su estructura, un «intercambio ritual».
Concluyendo, Goffman se distancia de todos aquellos planteamientos lingüísticos y microsociológicos para los que la comunicación no es una dimensión o una consecuencia de la acción, sino que más bien se constituye como la fuerza productiva. Coherente con su perspectiva «realista», sin embargo, considera que es necesario partir de la estructura de la acción social para comprender la estructura de la comunicación.
Orden de la interacción y orden social
Para Goffman, el orden social se genera localmente mediante las reglas ceremoniales y los rituales que gobiernan las relaciones cara a cara: el orden de la interacción está en la base del orden social.
Posteriormente habla de un de un sistema de obligaciones y expectativas en términos morales. Cuando los actores someten su comportamiento al orden ceremonial dominante, ofreciendo su contribución al flujo ordenado de los mensajes, su objetivo es salvar la cara, trayendo como efecto salvar la situación.
Goffman mantiene que la «correcta» performance no depende primariamente de los movimientos psicológicos y de la sinceridad del actor, sino de que el mismo esté socialmente autorizado para asumir un cierto personaje o rol y lo haga con el necesario «cuidado» y coherencia expresiva. Es suficiente que «todo participante reprima sus sentimientos inmediatos, ofreciendo una interpretación de la situación que considere al menos momentáneamente aceptable por los otros.
El actor: la fisonomía del «enlace»
Toda la perspectiva sociológica goffmaniana se basa en una instalación dualista, al ser sus principales categorías «parejas» de categorías: actor-público, escena-entre bastidores, rol-distancia de rol, frames primarios-transformaciones y, naturalmente, actor-personaje.
Establece al sí mismo como “ubicado”, es decir, el self se muestra en una particular situación social. En segundo lugar, observa que el sí mismo como personaje es una imagen idealizada. Por tanto, el sí mismo parcial o virtual se presenta como el producto de una escena que es representada y no como su causa, es un “efecto dramatúrgico”.
El actor de Goffman aparece como capaz de interpretar con habilidad personajes comprometidos y fatigosos; de sumergirse en ellos y de distanciarse; de conjugar la exigencia de «salvar» la propia fachada conjuntamente con «salvar» la situación; de cooperar activamente con los otros, pero también de «jugar a» cooperar o de ordenar manipulaciones en su contra, es decir, se refiere a un sujeto consciente «protagonista» de su propia existencia. No obstante, la consciente reducción antipsicológica, provoca que «exista en el individuo goffmaniano la constante voluntad de salvar el propio sí mismo, la propia identidad y coherencia, la propia imagen, que no puede explicarse sin aludir a las categorías de tipo existencial»
En conclusión, Goffman considera que para comprender la acción social es mejor «empezar por lo exterior al individuo para, posteriormente, trabajar en lo interior, y no al contrario».



REFERENCIA

Herrera, M. (2004). La teoría de la acción social en Erving Goffman. Universidad de Granada. Departamento de Sociología. Recuperado de: http://www.raco.cat/index.php/papers/article/viewFile/25784/25618

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